Hola a todos, esperamos estén pasando una excelente mitad de semana. Hoy toca una nueva entrada en nuestra sección de biografía, dedicada a las grandes mentes que ha dado el país del sol naciente en diferentes ámbitos de las ciencias exactas y las humanidades, y en esta ocasión le haremos mención a la vida del primer científico japonés reconocido de manera internacional.
Hideki Ogawa nació en la capital japonesa el 23 de enero de 1907 en el seno de una familia de clase media en el Japón imperial de los últimos años de gobierno del emperador Meiji. Siendo un estudiante destacado desde temprana edad, logra entrar a la Universidad de Kyôto a los 17 años de edad, obteniendo su grado de licenciado en física teórica en el año de 1929, especializándose en partículas elementales.
En 1932 contrajo nupcias con Sumi Yukawa, una joven 3 años menor que él hija de una destacada familia de Kyôto, por lo que Hideki tomaría el apellido de su esposa para poder destacar en la sociedad japonesa en aras de la Segunda Guerra Mundial. Al año siguiente se trasladaría a Ôsaka para ejercer como asistente de profesor en la cátedra de física de la universidad de dicha ciudad.
En el año de 1935 postuló su teoría sobre los mesones, partículas subatómicas que serían las responsables de la interacción entre protones y neutrones dentro del átomo, pero no tuvo los medios para pasar sus ideas del papel a la práctica en ese momento. Sus investigaciones le lograron varios reconocimientos dentro de su país, siendo nombrado profesor en su alma mater en 1940, y 3 años después recibiría la medalla a la cultura por parte del mismísimo emperador Shôwa.
Al final de la Segunda Guerra Mundial continuó su trabajo como académico, y durante la ocupación estadounidense logró contactarse con sus colegas físicos del otro lado del Océano Pacífico y compartir su teoría de los mesones. En 1949 es contratado como profesor de física en la Universidad de Columbia, y al mismo tiempo un equipo estadounidense logró comprobar la presencia de la partícula teorizada por Hideki en 1935, por lo que se le otorgaría el Premio Nobel de Física 1949, siendo el primer japonés en ganar el galardón en cualquier materia.
Posterior a el reconocimiento internacional, continuó su trabajo como catedrático e investigador en la Universidad de Columbia, y se le otorgaron títulos de doctor honoris causa por parte de la Sorbonne de Paris, la Real Academia de la Ciencia y la Sociedad Real de Edimburgo; y fue uno de los mayores promotores del desarme nuclear mundial, firmando el Manifesto Russel-Einstein en 1955.
Se retiraría de su oficio en 1970, y pasaría una vida tranquila hasta el 8 de septiembre de 1981 cuando moriría por una deficiencia cardíaca a los 74 años de edad. Su vida es un ejemplo de disciplina y dedicación por una carrera, y del uso del conocimiento para entender mejor al universo y al ser humano mismo.