Hola a todos, esperamos estén teniendo una excelente mitad de semana. Hoy es día de San Valentín, y en años anteriores habíamos hablado sobre las costumbres del sol naciente en este día dedicado a los enamorados (y el comercio de dulces). Pero hoy un servidor quisiera reflexionar sobre las diferencias del concepto del amor entre la cultura nipona y la cultura mexicana-occidental.
A lo largo de mi camino para comprender la cultura japonesa me he acercado a ella por diversos medios, siendo la que más consumido su literatura. Algo interesante sobre la literatura japonesa es la escasez de novelas románticas, a diferencia de la literatura británica o francesa donde la novela romántica es toda una institución. La novela japonesa más antigua (que incluso es la más antigua del mundo) es el “Cuento de Genji“, un texto ilustrado de más de 900 páginas en su traducción al español en donde conoceremos a Genji, un hijo ilegítimo del emperador que vive la vida de la realeza en el siglo XI. Su objetivo en la vida es encontrar a la mujer perfecta, por lo que cada capítulo estará dedicado a como se relaciona con un tipo de mujer diferente (en uno incluso con un hombre), y en cada capítulo veremos su decepción.
Pareciera que la historia nos hablaría sobre el amor, pero es contado de una manera materialista, en donde el protagonista busca la satisfacción plena a través de una pareja, pero al no encontrar gozo en todos los sentidos desecha a esa pareja y busca a otra. De aquí podríamos hacer un salto al siglo XVI, donde Ihara Saikaku revolucionaria la novela erótica japonesa al tomar como tema el “mundo flotante”, el ambiente de las prostitutas y sus asiduos clientes. Esto nuevamente reduce las relaciones humanas a una transacción en búsqueda del placer.
La sexualidad humana es bien explorada por diversos autores japoneses como Mori Ogai, Yukio Mishima y Haruki Murakami, pero el sentimiento de amor como la búsqueda de un complemento emocional, como es tratado por la literatura y cine en occidente, no sería explorado por los japoneses hasta la mitad del siglo XX, en donde autores influenciados por las corrientes europeas como Hisako Matsubara, Minae Mizumura y Hiromi Kawakami. Esta última es la primera que conocí que se especializó en explorar el romance, aunque muchas veces con la tragedia de por medio.
Al mismo tiempo el cine y la televisión japonesa a buscado el romance, los famosos doramas muestran historias donde se encuentra el amor por la coincidencia y el esfuerzo de sus protagonistas, con claras diferencias con las culturas occidentales donde el afecto se muestra con el contacto, en la cultura japonesa el contacto humano es algo increíblemente íntimo y mostrarlo en público puede llegar a ser mal visto, por eso no llegamos a ver más de un beso en estas historias, incluso ninguno.
El romance existe en Japón, pero sus matices propios de sus costumbres lo vuelven extraño para el que es ajeno a la cultura nipona, tachándolos de fríos e inexpresivos. En los matrimonios tradicionales japoneses las parejas casi no conviven, y las muestras de cariño se realizan a través de los regalos y el cuidado de los hijos. En el caso de los matrimonios jóvenes se puede ver una dinámica diferente, con la búsqueda de pasar más tiempo juntos, pero igualmente se mantienen dentro de los parámetros que no incomoden a los demás.
El amor es un sentimiento universal, sin importar la nacionalidad, religión, sexo o preferencia sexual cualquiera puede experimentarlo, pero así como todos somos diferentes todos lo experimentamos de una manera diferente. Un servidor les desea un muy feliz Día de San Valentín, como toda festividad traten de pasarla bien sea como sea, ya que el amor más importante que se puede experimentar es el amor propio.