Hola a todos, esperamos estén teniendo una excelente mitad de semana. El día de hoy su servidor quiere hacer algo diferente en conmemoración del 208 aniversario de la conmemoración del inicio de la lucha de independencia de mi país natal, México. Desde 1888 México y Japón han establecido relaciones diplomáticas, las cuales se vieron interrumpidas durante la entrada de México a la Segunda Guerra Mundial en 1942, y se restablecerían hasta la devolución del control político a Japón por parte del ejercito estadounidense en 1952. Esta gran historia de amistad que este año cumple su 130 aniversario ha tenido grandes momentos de solidaridad y cooperación, pero personalmente quisiera dejarles una curiosidad.
Iniciaban los años 60 y México se encontraba en su mejor momento en la producción cinematrográfica, el director Ismael Rodríguez había hecho voltear al mundo a ver a la industria nacional con su serie de películas usando al actor sensación del momento, Pedro Infante, y quería dar el siguiente paso para que el cine mexicano llegara a las salas de todo el mundo. Lo primero que hizo fue buscar una obra literaria mexicana interesante para ser adaptada, por lo que consultó al escritor mexicano Juan Rulfo, quien había vendido los derechos fílmicos de su cuento “El llano en llamas” recientemente y quería ver si tenía algún otro que ofrecer. Para su sorpresa, le recomendó una novela del escritor Rogelio Barrigas Rivas llamada “La mayordomía”, que contaba la historia de una mujer abnegada a su abusivo marido que sueña con ser el mayordomo de la fiesta del pueblo para ganarse el respeto de todos.
La historia le gustó mucho a Ismael Rodríguez, pero decidió adaptar el guión para que el protagonista fuera el marido abusivo, un indígena zapoteco que desea tenerlo todo pero no se esfuerza por nada. Ahora requería un actor, para esto quiso tener un actor de talla y presencia mundial. Coincidentemente, en ese mismo momento se estrenaba en México la cinta japonesa titulada en español “El hombre del carrito” (無法松の一生 Muhōmatsu no isshō, La vida del salvaje Matsu), la historia de un condutor de rikisha (los carritos jalados por un hombre) que se convierte en un nuevo padre para el hijo de una mujer que acaba de enviudar. Lo que más llamó la atención de Ismael Rodríguez fue su protagonista, el actor Toshiro Mifune, actor japonés que estelarizaría más de 100 películas en su carrera, siendo conocido como el actor favorito del afamado director Akira Kurosawa.
La actuación de Mifune dejó encantado a Ismael Rodríguez, y en ese momento se obsesionó con que este fuera el protagonista de su nueva película. Al instante buscó contactarse con él, y a través de sus contactos en la industria del cine logró dar con este, acordándose un encuentro en la ciudad de Tokio. Después de presentarle el proyecto a Mifune, este pidió que se le dejara el guión y algunas películas mexicanas para que pudiera aprender el idioma. Ismael Rodríguez que esta era una empresa imposible, ya que el actor nipón tendría que aprender el castellano en menos de un mes, por lo que decidió buscar un actor de doblaje que tuviera el mismo timbre de voz que Mifune.
El día que Mifune llegó a México fue recibido en el aeropuerto por Ismael Rodríguez y el actor de doblaje Narciso Busquets, quien había trabajado anteriormente con Ismael Rodríguez doblando la actuación de un actor indígena. En el momento del encuentro Mifune actuó su escena favorita del guión, quien realizó una interpretación corporal excepcional, pero su acento aún torpe y el hecho de que realizó todo esto vestido con un kimono formal le dio un poco de hilaridad al momento, cosa que se evitó denotar para no ofender al gran actor. Pero algo que resaltó al instante es que Mifune había logrado perfectamente el movimiento de los labios de la lengua español, y que tanto Mifune como Busquets compartían exactamente el mismo tono de voz, lo que haría el trabajo de interpretación uno de los mejores trabajos de doblaje hasta la fecha.
La filmación duró menos de un año, el nombre de la cinta fue “Ánimas Trujano”, así mismo como el personaje interpretado por Toshiro Mifune, el cual hizo un excelente trabajo fingiendose borracho, violento y lujurioso. El trabajo de doblaje quedó a un nivel tal de perfección que durante años no se supo que había sido doblada la película hasta una entrevista que dio el director poco antes de su muerte en el año de 1997. Internacionalmente la película fue exhibida en idioma español con subtitulos, pero para el mercado japonés esta fue doblada, siendo el mismísimo Toshiro Mifune el que ahora le daría voz a su actuación en su idioma natal.
La película tuvo un gran éxito entre el público y la crítica, llegando a ser nominada en la categoría de mejor película de habla no inglesa en los premios Oscar y en los Globos de Oro de 1962. Sin duda uno de los capítulos más curiosos de la colaboración en las artes entre la tierra del sol naciente y la nación azteca, dos países que como diría el exembajador de Japón en México, el Sr. Akira Yamada, “México y Japón, cuates de verdad”.