Hola a todos, espero estén teniendo una excelente mitad de semana hasta el momento, el día de hoy tenemos una entrega más de nuestra sección más reciente sobre biografías de grandes personajes japoneses que han influenciado en el curso de la historia mundial en algún sentido. El día de hoy les hablaremos un poco sobre una mujer que ha creado un parámetro en el mundo del arte contemporáneo y cuyas obras han creado filas kilométricas de personas afuera de museos para verlas.
Nacida en la excapital japonesa de Kyotô en 1929 Yayoi Kusama siempre mostró interés por las artes plásticas, sobre todo por la pintura, así a sus 19 años decide estudiar nihonga, pintura tradicional japonesa, pero sufre una decepción por parte de este estilo al encontrarlo muy rígido y con un marco teórico muy restringido al uso de las formas y colores, algo de lo que Yayoi se quería liberar, por lo que empieza a interesarse por estilos occidentales, sobre todo el avant-garde estadounidense.En 1950 presenta su primera exhibición en solo, y el éxito de esta le permitiría salir de Kyotô, primero a la ciudad de Matsumoto en el centro del país para luego trasladarse a Tôkyô, lugar donde se codearía con los extranjeros llegados al país durante la ocupación estadounidense y la instauración de la nueva democracia japonesa, y sería invitada por la comunidad artística neoyorkina a mudarse a Estados Unidos en 1957.
Su marca personal son los patrones con lunares, los cuales ya había utilizado en algunas de sus obras realizadas en Japón, pero fue en Estados Unidos donde empezó a usarlos de forma masiva, tanto en pintura, escultura, instalación y producción audiovisual; para Yayoi los lunares son una figura tan básica que tienen infinitas posibilidades de uso, por lo que la permite expresar fácilmente cualquier figura o emoción. Durante los 15 años que vivió en los Estados Unidos se presentó en los museos más importantes de arte contemporáneo que tiene el país, realizó performance en vivo para protestar contra la Guerra de Vietnam y realizó obras con participación del público donde la gente se desnudaba y ella pintaba lunares sobre ellos. Esta que fue su etapa más productiva en cuanto a la variedad de su obra sirvió como inspiración para otros exponentes del arte pop como Andy Warhol, George Segal y Claes Oldenburg.En 1973 regresa a Japón debido a que percibe su salud mental mermada debido a su obsesión con los patrones de lunares, los cuales según sus propias palabras, aparecían sobre todo lo que veía. Se instalaría en el Hospital Seiwa para Enfermos Mentales en Tôkyô, donde cortaría temporalmente su carrera como artista mientras recibía tratamiento, dedicándose a la escritura de cuentos y novelas cortas. Jamás regresaría a Kyotô, según declaraciones de ella sólo podía sentir asco al pensar en su vida en dicha ciudad. En 1993 regresaría a la escena artística con sus esculturas de calabazas y otras instalaciones de gran tamaños, algunas las cuales tuvimos la suerte de disfrutar en la exposición “Obsesión Infinita” que se presentó en el Museo Tamayo en la Ciudad de México a finales del 2014.
Hasta la fecha aún vive en el hospital pero como residente voluntario y sigue creando pinturas e instalaciones de gran popularidad en todo el mundo en su estudio en Shinjuku, y sus patrones con lunares son de tal agrado del público que se han llegado a utilizar para una colección de Louis Vuitton en 2012. Y aquí en México el año pasado tuvimos una agradable sorpresa cuando una exposición infantil de arte inspirado en Japón creo un magnífico mural al estilo de un cadáver exquisito tomando como base los patrones de la obra de Yayoi Kusama.
Si un día llega una exposición de esta magnífica artista a tu país no te la pierdas aunque debas levantarte a las 6am a hacer fila durante 4 horas, en serio vale cada segundo de espera.