Hola a todos, esperamos hayan tenido un excelente fin de semana, nosotros estamos preparando sorpresas muy bonitas para todos ustedes y esperamos les gusten. El día de hoy les quiero platicar de un espectáculo que pude disfrutar el pasado sábado 22 de Agosto en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris en el centro histórico de la Ciudad de México y que el día de hoy a las 5pm en el Teatro de la paz en la ciudad de San Luis Potosí podrán disfrutar todos los potosinos que se animen a ir.
El teatro de sombras (影絵 kagee) fue inventado en China al rededor del siglo XIII de nuestra era como forma de entretenimiento para los niños, en donde al principio se utilizaban las manos para recrear animales y personas sobre una pantalla, contando historias con moralejas. En Japón se difundió el arte del teatro de sombra hasta la clausura del país al extranjero, donde el restringido comercio con China lo convertía en una curiosidad que no muchos se podían permitir, la escuela japonesa desarrolló varias técnicas, utilizando todo el cuerpo y accesorios para generar las figuras, así como marionetas planas con ingeniosos mecanismos.
Este ancestral arte pudo ser disfrutado por cientos en la Ciudad de México gracias a la gira por Centroamérica auspiciada por la Fundación Japón y las embajadas japonesas en distintos países que tuvo la compañía japonesa de teatro Kageboushi, la cual se ramifica en teatro de sombra, danza butoh, bunraku y opera china. Esta es la tercera vez que nuestro país tiene la fortuna de tener a este talentoso grupo de artistas que nos muestran uno de los aspectos culturales más refinados que tiene la cultura japonesa, el teatro. Una docena de marionetistas controlaron los complejos mecanismos de estos muñecos bidimensionales que representaban movimientos tan complejos como el correr o tan delicados como sentarse en la posición de seiza.
El repertorio de la presentación comenzó con un cuento clásico japonés, “La grulla agradecida” (鶴の恩返し tsuru no ongaeshi) la historia de una pareja de ancianos cuyo buen corazón les permite alojar a una jovencita llamada Nieves (Yuki en la versión original, 雪) que caminaba por los caminos nevados del valle donde viven, para que pueda continuar su camino en primavera cuando el clima mejore; los pobres ancianos son acosados por un cruel arrendador, que duda en quitarles hasta la más pobre de sus ollas para cobrar su renta, entonces Nieves tejerá la tela más fina y hermosa que se haya visto en la región para que la puedan vender y paguen parte de su deuda, todo esto con la condición de que no la espíen mientras realiza el trabajo, pero esto crea remordimiento en los ancianos que la ven muy cansada, y todo empeora cuando el arrendador quiere más tela para venderla. El final es inesperado para el que no conoce la cultura japonesa y deja una hermosa lección de humildad y agradecimiento.
El segundo acto fue un cuento de posguerra titulado “El árbol de Mochi” (モチモチの木 mochimochi no ki), un cuento sobre Mameta, un niño de 5 años muy cobarde, y su abuelo, quienes viven en lo alto de una montaña en una cabaña de cazadores. Mameta le tiene miedo a la oscuridad, lo que obliga a su pobre abuelo a que se levante todas las noches a acompañarlo al baño que se encuentra fuera de la casa en la total oscuridad, y donde sólo se puede ver el árbol de Mochi, cuyas ramas parecen garras dispuestas a agarrar al pobre Mameta. El miedoso niño tendrá que poner a prueba su valentía una noche que su abuelo sufre repentinamente dolores de estomago, lo que hará correr a Mameta al pueblo en la falda de la montaña por el señor doctor. Una obra muy simpática con zorros cantantes que se burlan del protagonista y música que nos recuerda a los animes de los años 90.
Después tuvimos un pequeño intermedio musical, donde se pudo disfrutar un concierto de shamisen (guitara japonesa de 3 cuerdas) acompañado de shakuhachi o shokaku (flautas japonesas), biwa (mandolina japonesa de 4 cuerdas) y shimedaiko (tambor pequeño), mientras un tenor cantaba canciones tradicionales japonesas. Terminando este, tuvimos el último acto de la noche, el cual se titulo “¡Levante la mano quien quiera divertirse!” (この指とまれ kono yubi tomare), expresión que usan los niños japoneses cuando quieren comenzar los juegos en el patio de la escuela. Esta función se diferencio de las demás porque no hizo uso de marionetas, si no que utilizó a bailarines y contorsionistas para recrear distintas figuras con sombras, como elefantes, avestruces, manzanas, caras, pulpos y hasta una batalla ninja.
Al final se impartió un pequeño taller de sombras para los niños asistentes, con lo que aprendieron los pequeños a generar las distintas figuras mostradas con su propia sombra. Un show familiar que se disfruta desde la primera escena hasta el final, ojala volvamos a ver a estos talentosos nipones muy pronto en México y en muchas ciudades más para que todos lo podamos disfrutar.
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